jueves, 8 de octubre de 2009

Lector

 
Se acercó a la mesa donde estaban los libros, con timidez.
De la misma manera, tocó, con la punta de los dedos, la tapa de uno.
-Agarralo si querés mirarlo- le dije.
Lo tomó, cuidadosamente, con unos dedos pequeñitos y sucios y entonces, unos ojos ávidos se perdieron entre dibujos y letras...